Había una vez, unos maravillosos duendes llamados jurries que vivían en la isla encantada de Jurryland, situada en el extremo occidental del mar Thalassa.
Allí los jurries vivían tranquilos dedicándose a jugar y cuidar a los niños que por allí pasaban.
En Jurryland, había un lugar especial, un lugar al que cada día acudían todos los duendes independientemente de las tareas que tuvieran que realizar o las citas a las que tuvieran que acudir.
Este lugar tan maravilloso era un gran árbol, en el cual, se podían ver las hojas de todos los colores que podamos imaginar. Allí, además de hojas de todos los colores, se encontraban las emociones que los jurries sentían.
Había emociones de todos los tipos, agradables, desagradables y peligrosas. Todos los jurries se esforzaban a diario para conseguir que todos los niños que había en la isla, sintieran una emoción agradable, compartían sus sentimientos, gestionaban sus emociones y se ayudaban mutuamente para mantener en armonía y paz su sentir. Si alguien se encontraba en peligro, rápidamente dejaban de lado sus tareas y acudían a proporcionar su ayuda.
Lamentablemente, la tranquilidad de Jurryland pronto dio paso a una terrible tensión. Una malvada fuerza oscura apareció de repente para robar todas las emociones agradables y colmar a los niños de la isla de irritabilidad, ira, odio y demás emociones desagradables....
¿Podrán los duendes devolver la armonía a la Isla de Jurryland?